Alianza y condena (1965): libro donde la presencia del amor y el dolor salvadores que rodean a nuestro autor, acompasan su compromiso conceptual, siempre en estado de alerta, con la vida, las gentes y los paisajes que han constituido, desde el origen, su aventura poética.
Alianza y condena, Madrid, Revista de Occidente, 1965, 135 p.OTRAS EDICIONES
- Madrid, Alianza, 1995, 106 p., (El libro de bolsillo. Literatura, 1771).
- Edición crítica a cargo de Luis García Jambrina, Zamora, Diputación Provincial, Instituto de Estudios Zamoranos, 2001, ed. facsímil.
- Nueva edición con prólogo de Luis García Jambrina, Palencia, Cálamo, 2009, 109 p., (Cálamo poesía, 4).
- Zamora, Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, Seminario Permanente Claudio Rodríguez, 2009.
BRUJAS A MEDIODÍA
(Hacia el conocimiento)
NO son cosas de viejas 
      ni de agujas sin ojo o alfileres 
      sin cabeza. No salta, 
      como sal en la lumbre, este sencillo 
      sortilegio, este viejo 
      maleficio. Ni hisopo 
      para rociar ni vela 
      de cera virgen necesita. Cada 
      forma de vida tiene 
      un punto de cocción, un meteoro 
      de burbujas. Allí, donde el sorteo 
      de los sentidos busca 
      propiedad, allí, donde 
      se cuaja el ser, en ese 
      vivo estambre, se aloja 
      la hechicería. No tan sólo el cuerpo, 
      con su leyenda de torpeza, lo que 
      nos engaña: en la misma 
      constitución de la materia, en tanta 
      claridad que es estafa, 
      guiños, mejunjes, trémulo 
      carmín, nos trastornan. Y huele 
      a toca negra y aceitosa, a pura 
      bruja este mediodía de septiembre 
      y en los pliegues del aire, 
      en los altares del espacio hay vicios 
      enterrados, lugares 
      donde se compra juventud, siniestras 
      recetas para amores. Y en la tensa 
      maduración del día, no unos labios 
      sino secas encías, 
      nos chupan de la sangre 
      el rezo y la blasfemia, 
      el recuerdo, el olvido, 
      todo aquello que fue sosiego o fiebre. 
      Como quien lee en un renglón tachado 
      el arrepentimiento de una vida, 
      con tesón, con piedad, con fe, aun con odio, 
      ahora a mediodía, cuando hace 
      calor y está apagado 
      el sabor, contemplamos 
      el hondo estrago y el tenaz progreso 
      de las cosas, su eterno 
      delirio, mientras chillan 
      las golondrinas de la huida.  
La flor del monte, la manteca añeja, 
      el ombligo de niño, la verbena 
      de la mañana de San Juan, el manco 
      muñeco, la resina, 
      buena para caderas de mujer, 
      el azafrán, el cardo bajo, la olla 
      de Talavera con pimienta y vino, 
      todo lo que es cosa de brujas, cosa 
      natural, hoy no es nada 
      junto a este aquelarre 
      de imágenes que, ahora, 
      cuando los seres dejan poca sombra, 
      da un reflejo: la vida. 
      La vida no es reflejo 
      pero, ¿cuál es su imagen? 
      Un cuerpo encima de otro 
      ¿siente resurrección o muerte? ¿Cómo 
      envenenar, lavar 
      este aire que no es nuestro pulmón? 
      ¿Por qué quien ama nunca 
      busca verdad, sino que busca dicha? 
      ¿Cómo sin la verdad 
      puede existir la dicha? He aquí todo. 
Pero nosotros nunca 
      tocamos la sutura, 
      esa costura (a veces un remiendo, 
      a veces un bordado), 
      entre nuestros sentidos y las cosas, 
      esa fina arenilla 
      que ya no huele dulce sino a sal, 
      donde el  río y el mar se desembocan, 
      un eco en otro eco, los escombros 
      de un sueño en la cal viva 
      del sueño aquel por el que yo di un mundo 
      y lo seguiré dando. Entre las ruinas 
      del sol tiembla 
      un nido con calor nocturno. Entre 
      la ignominia de nuestras leyes se alza 
      el retablo con viejo 
      oro y vieja doctrina 
      de la nueva justicia. ¿En qué mercados 
      de altas sisas el agua
      es vino, el vino sangre, sed la sangre? 
      ¿Por qué aduanas pasa 
      de contrabando harina 
      como carne, la carne 
      como polvo y el polvo 
      como carne futura? 
Esto es cosa de bobos. Un delito 
      común este andar entre pellizcos 
      de brujas. Porque ellas 
      no estudian sino bailan 
      y mean, son amigas 
      de bodegas. Y ahora, 
      a mediodía, 
      si ellas nos besan desde tantas cosas, 
      ¿dónde estará su noche, 
      dónde sus labios, dónde nuestra boca 
      para aceptar tanta mentira y tanto 
      amor?













